Las PASO, lo que esconde y no se dice

En una pared estaba escrito:
“Si el voto cambiara algo, sería ilegal”
Las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en Argentina fueron implementadas en 2009 con el objetivo de democratizar la elección de candidatos dentro de los partidos políticos y fortalecer la representatividad en las elecciones generales. Sin embargo, a lo largo de los años, su efectividad ha sido objeto de debate por la falta de vida partidaria real y la consecuencia de una incidencia nula de los afiliados en la construcción política, por ello el debate actual pasa por lo que se gasta en implementación y no lo que trasmite por no tener sentido frente a la nula actividad previa.
Demostrando que esta herramienta a la mayoría de los partidos poco o nada les interesa seguir manteniéndola. No fue tema de debate lo que se perdía con su anulación, por que las PASO son la coronación de la etapa final electiva en la vida partidaria-política.
Claro si no existe la actividad participativa, partidaria-política, que razón tiene.
Otro de los aspectos fundamentales de las PASO es evitar que en las elecciones generales haya una excesiva fragmentación de opciones (cómo si fuera a la vez una interna partidaria, cómo realmente ocurrió), consolidándose previamente listas dentro de cada fuerza política.
Las PASO permiten que los ciudadanos, no solo los afiliados, participen en la selección de los candidatos de los partidos, impidiendo que sean decisiones tomadas exclusivamente por las cúpulas partidarias, grupos, familia, o de sectores de la sociedad.
Al ser obligatorias, reflejan tendencias electorales y pueden modificar estrategias de campaña para la elección general, otra oportunidad de los ciudadanos con su voto de dar un nuevo mensaje antes de la elección definitiva.
La realidad previa a las PASO es la poca vida partidaria activa, lo que quita el sentido más importante de las PASO. Si los afiliados no tienen formas y espacios para participar y debatir sus propuestas, las PASO terminan siendo simplemente una instancia burocrática-formal. Las listas ya están predefinidas o propuesta por la dirigencia encaramada en las estructura de partidos, que reproducen a los gobiernos de turno y oposición.
Quienes gobiernan y los que ejercen la oposición, no deben conducir al partido que pertenecen. Para que los partidos, sin la presión de sus funcionarios, puedan fiscalizar junto a sus afiliados y ciudadanos, las prácticas, proyectos y políticas de sus elegidos. Otra práctica tradicional es anular todo posible acto de participación ciudadana, para así tener un manejo centralizado de la vida partidaria, cerrando los posibles debates y fundamentalmente el manejo de los órganos partidarios tales cómo su asamblea.
Participación política.
Lo más importante es la construcción política, que falta siempre, los dirigentes no quieren legitimizarse con sus representados. Una de las máxima de la democracia: “el pueblo no gobierna sino por medio de sus representantes”, no existe ya sea por las prácticas de los representantes o sus modos de trabajar que termina siendo una mentira.
Oposición u oficialismo lo único que hacen, mediante los medios de difusión, es realizar anuncios o denuncias para con el ciudadano. Este no tienen la posibilidad de criticar u oponerse.
Como fueron elegidos discrecionalmente, primero cómo candidatos y luego confirmados para ejercer funciones oficiales, es lógico que primero rindan cuenta a sus electores discrecionales y no regresen a rendir cuentas al ciudadano.
Gobiernan en nombre de sus familias, grupo de pertenencia, o de sus intereses. Ademas cómo no tienen que rendir cuentas al ciudadano, la arbitrariedad y falta de transparencia de sus actos son comunes y corrientes.
Entonces es una mentira discutir PASO sí o PASO no, la verdadera discusión es la existencia de una vida partidaria activa de sus afiliados y ciudadanos. En muchas fuerzas políticas las listas se presentan sin competencia interna, listas únicas, haciendo de las PASO un mero trámite en lugar de una elección democrática.
En definitiva el debate no es eliminar las PASO y volver a las internas partidarias. Dejando a cada partido la autonomía para definir sus mecanismos de selección, donde la mayoría de la ciudadanía, que no tiene afiliación partidaria, no podría participar.
Las PASO pueden ser una herramienta democrática útil, pero su eficacia depende de la vida interna de los partidos.
Si los afiliados y los ciudadanos no pueden debatir y aportar permanentemente en todo el proceso, su influencia en la elección de candidatos es mínima, y la herramienta pierde su razón de ser.
Para fortalecer las PASO se debería asegurar la participación política previa mediante:
-Rendición de cuenta periódica pública de los funcionarios de cada partido provocando el debate.
-Obligatoriedad bimensual de estas rendiciones de cuenta y que exista un ida y vuelta entre afiliados y funcionarios. No basta con hacerlo en períodos electorales, sino que debe ser un proceso continuo, la falta de rendición de cuentas y participación política perpetúa la desigualdad y el clientelismo.
-La Justicia Electoral debería fiscalizar, acompañado por instituciones no partidarias en carácter de observadores, el cumplimiento de estas rendiciones de cuentas y podrá establecer sanciones a los partidos que no cumplan con esta obligación que podría llegar a la anulación de la participación en las PASO.
- Los afiliados y la ciudadanía en general deben tener la posibilidad de plantear ideas y proyectos. Es fundamental que no queden en un simple acto de escucha, sino que haya una respuesta clara sobre si se pueden implementar o no, y por qué.
En el contexto de la búsqueda de la participación partidaria, casi nula, la “discrecionalidad positiva” se manifiesta a través de la adopción de medidas proactivas y acciones afirmativas por parte de las instituciones públicas para proteger y promover las participaciones. Estas medidas buscan no solo cumplir con las obligaciones legales, sino también ir más allá para garantizar una protección efectiva y una igualdad real.
Un ejemplo de esta discrecionalidad positiva es la implementación de acciones afirmativas que buscan corregir desigualdades históricas y estructurales. Estas acciones pueden incluir medidas específicas para garantizar la participación ciudadana, asegurando que a ningún ciudadano le sea quitado sus derechos
E. Galeano
Las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en Argentina fueron implementadas en 2009 con el objetivo de democratizar la elección de candidatos dentro de los partidos políticos y fortalecer la representatividad en las elecciones generales. Sin embargo, a lo largo de los años, su efectividad ha sido objeto de debate por la falta de vida partidaria real y la consecuencia de una incidencia nula de los afiliados en la construcción política, por ello el debate actual pasa por lo que se gasta en implementación y no lo que trasmite por no tener sentido frente a la nula actividad previa.
Demostrando que esta herramienta a la mayoría de los partidos poco o nada les interesa seguir manteniéndola. No fue tema de debate lo que se perdía con su anulación, por que las PASO son la coronación de la etapa final electiva en la vida partidaria-política.
Claro si no existe la actividad participativa, partidaria-política, que razón tiene.
Otro de los aspectos fundamentales de las PASO es evitar que en las elecciones generales haya una excesiva fragmentación de opciones (cómo si fuera a la vez una interna partidaria, cómo realmente ocurrió), consolidándose previamente listas dentro de cada fuerza política.
Las PASO permiten que los ciudadanos, no solo los afiliados, participen en la selección de los candidatos de los partidos, impidiendo que sean decisiones tomadas exclusivamente por las cúpulas partidarias, grupos, familia, o de sectores de la sociedad.
Al ser obligatorias, reflejan tendencias electorales y pueden modificar estrategias de campaña para la elección general, otra oportunidad de los ciudadanos con su voto de dar un nuevo mensaje antes de la elección definitiva.
La realidad previa a las PASO es la poca vida partidaria activa, lo que quita el sentido más importante de las PASO. Si los afiliados no tienen formas y espacios para participar y debatir sus propuestas, las PASO terminan siendo simplemente una instancia burocrática-formal. Las listas ya están predefinidas o propuesta por la dirigencia encaramada en las estructura de partidos, que reproducen a los gobiernos de turno y oposición.
Quienes gobiernan y los que ejercen la oposición, no deben conducir al partido que pertenecen. Para que los partidos, sin la presión de sus funcionarios, puedan fiscalizar junto a sus afiliados y ciudadanos, las prácticas, proyectos y políticas de sus elegidos. Otra práctica tradicional es anular todo posible acto de participación ciudadana, para así tener un manejo centralizado de la vida partidaria, cerrando los posibles debates y fundamentalmente el manejo de los órganos partidarios tales cómo su asamblea.
Participación política.
Lo más importante es la construcción política, que falta siempre, los dirigentes no quieren legitimizarse con sus representados. Una de las máxima de la democracia: “el pueblo no gobierna sino por medio de sus representantes”, no existe ya sea por las prácticas de los representantes o sus modos de trabajar que termina siendo una mentira.
Oposición u oficialismo lo único que hacen, mediante los medios de difusión, es realizar anuncios o denuncias para con el ciudadano. Este no tienen la posibilidad de criticar u oponerse.
Como fueron elegidos discrecionalmente, primero cómo candidatos y luego confirmados para ejercer funciones oficiales, es lógico que primero rindan cuenta a sus electores discrecionales y no regresen a rendir cuentas al ciudadano.
Gobiernan en nombre de sus familias, grupo de pertenencia, o de sus intereses. Ademas cómo no tienen que rendir cuentas al ciudadano, la arbitrariedad y falta de transparencia de sus actos son comunes y corrientes.
Entonces es una mentira discutir PASO sí o PASO no, la verdadera discusión es la existencia de una vida partidaria activa de sus afiliados y ciudadanos. En muchas fuerzas políticas las listas se presentan sin competencia interna, listas únicas, haciendo de las PASO un mero trámite en lugar de una elección democrática.
En definitiva el debate no es eliminar las PASO y volver a las internas partidarias. Dejando a cada partido la autonomía para definir sus mecanismos de selección, donde la mayoría de la ciudadanía, que no tiene afiliación partidaria, no podría participar.
Las PASO pueden ser una herramienta democrática útil, pero su eficacia depende de la vida interna de los partidos.
Si los afiliados y los ciudadanos no pueden debatir y aportar permanentemente en todo el proceso, su influencia en la elección de candidatos es mínima, y la herramienta pierde su razón de ser.
Para fortalecer las PASO se debería asegurar la participación política previa mediante:
-Rendición de cuenta periódica pública de los funcionarios de cada partido provocando el debate.
-Obligatoriedad bimensual de estas rendiciones de cuenta y que exista un ida y vuelta entre afiliados y funcionarios. No basta con hacerlo en períodos electorales, sino que debe ser un proceso continuo, la falta de rendición de cuentas y participación política perpetúa la desigualdad y el clientelismo.
-La Justicia Electoral debería fiscalizar, acompañado por instituciones no partidarias en carácter de observadores, el cumplimiento de estas rendiciones de cuentas y podrá establecer sanciones a los partidos que no cumplan con esta obligación que podría llegar a la anulación de la participación en las PASO.
- Los afiliados y la ciudadanía en general deben tener la posibilidad de plantear ideas y proyectos. Es fundamental que no queden en un simple acto de escucha, sino que haya una respuesta clara sobre si se pueden implementar o no, y por qué.
En el contexto de la búsqueda de la participación partidaria, casi nula, la “discrecionalidad positiva” se manifiesta a través de la adopción de medidas proactivas y acciones afirmativas por parte de las instituciones públicas para proteger y promover las participaciones. Estas medidas buscan no solo cumplir con las obligaciones legales, sino también ir más allá para garantizar una protección efectiva y una igualdad real.
Un ejemplo de esta discrecionalidad positiva es la implementación de acciones afirmativas que buscan corregir desigualdades históricas y estructurales. Estas acciones pueden incluir medidas específicas para garantizar la participación ciudadana, asegurando que a ningún ciudadano le sea quitado sus derechos
HMC.
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