Decidir, elegir y votar
Estamos en época de elecciones, y se entrecruzan distintos intereses: los de los grandes grupos económicos, los intereses particulares, los intereses partidarios, y —en último lugar, como casi siempre— los intereses del pueblo.
El modelo actual traslada el ajuste directamente a los sectores más vulnerables. La mayoría de la población vive por debajo de la línea de pobreza o apenas llega a fin de mes. En especial, los jubilados: la mayoría cobra haberes que no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, sobre todo en materia de salud (remedios, plus médicos, tratamientos).
Con la llegada del frío, empiezan a recrudecer las consecuencias del abandono. En Mendoza, ya murieron dos personas en situación de calle. El invierno no perdona a quienes no tienen techo, ni trabajo, ni comida. Paradójicamente, muchos de ellos sostienen a jubilados con lo poco que tienen.
Este es el modelo impuesto por los verdaderos dueños del país: un puñado de empresarios —se habla de unos 50— que gobiernan a través del presidente Milei, mientras los más de 46 millones de argentinos viven en la incertidumbre, la necesidad y la desesperanza.
No es que falten recursos. Hay riqueza para distribuir y estimular el consumo interno, lo que a su vez generaría empleo, sobre todo en las PYMES. El saqueo, que es mayor a la corrupción, lo hacen los que no cobran sueldos, sino que extraen millones de dólares del Estado y los fugan al exterior. Ese dinero no vuelve a circular en la economía local, no genera trabajo ni bienestar. Alimenta negocios financieros en el llamado "primer mundo", al que además le regalamos nuestras materias primas para que fabriquen sus derivados y nos los vendan a precios inalcanzables.
Todo esto está en juego en las elecciones legislativas de octubre:
¿Seguiremos entregando el trabajo que nos falta, la jubilación que no cobramos, la salud que no tenemos, y la deuda que seguiremos pagando?
¿Cómo decidir sin una verdadera democracia partidaria?
¿Dónde elegimos a los precandidatos? ¿Dónde discutimos las políticas necesarias para una sociedad con justicia social y un modelo distributivo que garantice trabajo y una canasta familiar accesible?
La tarea no es fácil, pero podemos empezar cerca: el próximo legislador, concejal o funcionario puede estar entre quienes conocemos en el club, en el deporte, en la familia, entre amigos, o en los espacios públicos. Tenemos que hablar antes de decidir. Escuchar y ser escuchados. Conocer las propuestas y exigir mecanismos para verificar que se cumplan los compromisos.
No será el Ágora de Atenas, pero sí podemos crear espacios donde nos escuchemos entre todos, y donde quienes aspiren a representarnos también nos escuchen con respeto.
¿Y si ningún candidato nos representa? ¿Votamos al menos malo? No.
Pero tampoco dejemos de votar. Participar es ejercer nuestro derecho. Si no elegimos nosotros, otros lo harán por nosotros. Y muchas veces, el que gana es el desinterés colectivo.
¿Cómo podríamos recrear un “Ágora” hoy? (lugar de reunión o discusión)
En el espacio físico:
- Crear plazas del pensamiento o foros ciudadanos barriales, donde se debatan ideas, no solo reclamos.
- Impulsar centros culturales y clubes barriales con actividades que fomenten el diálogo intergeneracional y el pensamiento crítico.
- Recuperar las asambleas vecinales como espacios de decisión real.
En el espacio digital:
- Diseñar redes sociales locales o foros virtuales sin anonimato, con reglas claras de respeto y moderación, para debatir temas comunitarios.
- Utilizar WhatsApp o Facebook con objetivos cívicos, normas de convivencia y participación democrática.
Desde la educación:
- Incluir prácticas de diálogo y debates en las escuelas, más allá del contenido de las currículas.
- Fomentar el pensamiento crítico, la escucha activa y el respeto por la diferencia.
Desde la política popular:
- Organizar cabildos abiertos modernos para discutir planes de gobierno, presupuestos participativos y decisiones locales.
- Crear espacios de formación donde la palabra del vecino valga tanto como la del experto.
Cómo lo hacemos?
No esperemos la convocatoria de instituciones. Tenemos que hacerlo por propia voluntad, que cada uno tome la iniciativa, se junten esfuerzos de juventudes políticas, gremiales, organizaciones sociales, deportivas, grupos en redes sociales, medios de difusión, activistas culturales y elevemos la voz para comenzar los cambios.

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