El Garrahan y la deshumanización del gobierno de Milei


Elegí hablar del Garrahan como espejo del anarcocapitalismo que nos golpea sin tregua, destruyendo todo tejido social, aniquilando al pueblo.

El Garrahan es el significante (el objetivo de este gobierno): si logran avanzar sobre él, el camino queda libre. Si los gobernadores, legisladores nacionales y los dirigentes políticos, empresariales, intelectuales, estudiantiles, religiosos, etc., guardan silencio o miran para otro lado, habrán abierto la puerta al desmantelamiento total.

En conceptos de Zygmunt Bauman: cómo los procesos de deshumanización progresiva —aparentemente racionales o burocráticos— terminan permitiendo crímenes extremos como el Holocausto.
En su libro Modernidad y Holocausto, Bauman desarrolla esta tesis:

“El Holocausto no fue una falla de la modernidad, sino su producto... un crimen industrial ejecutado en nombre del orden, la limpieza y la racionalidad.”

El nazismo erosionó paso a paso las barreras morales, llevando a ciudadanos comunes a participar en actos atroces.

Pensando en mi país, Argentina, el ajuste que está llevando adelante el presidente Milei llega al extremo de intentar cerrar el Garrahan, un hospital pediátrico de alta especialización donde se cura al niño rico y al niño pobre por igual. Es uno de los centros médicos más importantes de Sudamérica por las curaciones que realiza.
Al mismo tiempo, a los jubilados —que aportaron durante años para tener una jubilación digna— se les recorta un 40 % de su ingreso. Ya no les alcanza para vivir, ni siquiera para pagar medicamentos, estudios o tratamientos médicos básicos.

El cierre de instituciones como el Hospital Garrahan, la licuación de las jubilaciones, la reducción brutal del gasto social— no es simplemente una política económica, sino un proceso de deshumanización institucionalizado, donde:

  • Se borran los rostros concretos (el niño enfermo, el jubilado que no puede comprar remedios, el docente sin salario digno),
  • Y se los reemplaza por gráficos, números y frases como: “hay que achicar el Estado”, “la casta roba” o “el déficit fiscal es inmoral”.

“Cuando los problemas humanos son traducidos en términos técnicos, ya no se resuelven con ética, sino con eficiencia. Y ahí empieza el horror.”


Nuestra Argentina hoy:

  1. El ajuste se presenta como “racional”, pero es profundamente inhumano:
    • Se mide el “éxito” en función de lo que baja el déficit, no por cuántos chicos se curan ni por cuántos abuelos comen.
  1. Destrucción del lazo social:
    • Lo que sostenía el sistema —una red solidaria que igualaba en salud, educación, cuidado— se está reemplazando por una lógica darwinista: “el que puede, paga; el que no, queda afuera”.
  1. El Estado se vacía de su rol ético:
    • En lugar de garantizar derechos, se convierte en un gestor de números, como si gobernar un país fuera manejar una empresa que solo busca ganancias.

“Cuando el Estado deja de curar para ahorrar, ya no es una Nación: es una fábrica de exclusión.”


El Estado argentino está dejando de ser garante de justicia social para transformarse en un dispositivo frío de exclusión eficiente.

Como Bauman alertaba, eso también puede ser un crimen: no uno de sangre inmediata, sino uno de abandono sistemático, de vidas condenadas a la invisibilidad, al hambre, al dolor que no importa y como decía el Papa Francisco creando el “descartismo" dentro de la sociedad.

Comentarios

  1. Muy bueno, Hernán...perfectamente explicado el momento que atravesamos...

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