LAS VACAS GORDAS Y LOS JUBILADOS FLACOS



El ajuste selectivo del Gobierno: beneficios al agro, recorte a los sectores más vulnerables

El presidente Javier Milei, en su discurso del 27 de julio durante la 137° Exposición Rural de Buenos Aires, anunció una baja promedio del 20% en las retenciones a las exportaciones de granos y carnes vacunas. En ese mismo acto, declaró su intención de vetar la ley aprobada por el Congreso que otorgaba un aumento del 7,2% a las jubilaciones, porque peligraba el déficit fiscal.

La contradicción es brutal: lo que se cede al agro —aproximadamente 1.000 millones de dólares anuales— equivale a más del doble de lo que costaría actualizar las jubilaciones mínimas anualmente, cuyo incremento representa solo el 0,4% del PBI. Aumentos que, por ejemplo, en agosto apenas sumarían $5.000 a una jubilación de $314.000. Medio kilo de carne.

¿Déficit fiscal o reconfiguración regresiva del gasto?

La narrativa del "déficit cero" es sostenida con recortes en salud pública, universidades, rutas, hospitales, escuelas y obras públicas. Pero el verdadero equilibrio fiscal debería considerar quién gana y quién paga.

Mientras los jubilados claman por sobrevivir dignamente, sectores agroexportadores reciben beneficios sin contraprestación fiscal. Muchos de estos actores concentran tierras —26 millones de hectáreas en manos de unos 1.200 titulares, la mitad de ellos extranjeros— y se benefician de puertos privatizados, concesiones ferroviarias y declaraciones juradas sin control efectivo.

El campo tributa en promedio:

  • 1% del PBI por derechos de exportación.
  • 0,4% del PBI en impuestos rurales provinciales.
Mientras tanto, el resto de la sociedad aporta:
  • 10,6% del PBI mediante IVA, combustibles, ingresos brutos y demás tributos regresivos.

La desigualdad estructural se perpetúa. Como señalaba Horacio Rovelli, lo que se deja de recaudar con estas rebajas lo paga el resto del pueblo: rutas destruidas (el 72% está en mal estado, según el propio Ministerio de Desregulación), obras frenadas, y servicios públicos colapsados.

¿Quién paga la deuda externa?

La deuda externa no fue contraída por jubilados ni trabajadores. Fue acumulada por las élites económicas y sus representantes, para sostener modelos extractivos y financiar fugas de capital. Hoy, quienes menos tienen son quienes más pagan: con su alimentación, salud, y futuro.

Claudio Lozano lo sintetiza con crudeza:

“De un plumazo, Milei le transfirió a la pampa húmeda el equivalente a cinco meses de financiamiento universitario, o más de siete años del presupuesto del Hospital Garrahan”.

Y mientras se baja el impuesto a los Bienes Personales —que grava la riqueza— se incrementa la presión tributaria sobre las categorías más bajas del monotributo.

El relato de la “libertad” se transforma en ajuste

Durante su discurso, Milei no solo defendió el recorte fiscal como virtud, sino que volvió a atacar al Congreso, amenazando con vetar leyes, como si el Poder Legislativo fuese un estorbo. 

Página/12 lo definió con precisión:

“Su arenga contra el Estado y la justicia social se enmarca en una motosierra fiscal que golpea a los más débiles, mientras privilegia a los sectores más concentrados de la economía”.


Conclusión: no es déficit, es modelo de país

Este no es un simple ajuste. Es un modelo de país que prioriza vacas gordas sobre jubilados flacos. Una economía orientada a pocos, que distribuye hacia arriba y concentra riqueza.

¿Hasta cuándo lo vamos a permitir?


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